"El proyecto de telecentros húngaros puede evitar la división digital'

Mátyás Gaspár fue el impulsor de la Asociación de Telecentros de Hungría, un gran proyecto que empezó en un minúsculo pueblo húngaro. Cuando lo entrevisté, en 1999, me contó que Hungría era un país con miles de pueblos y aldeas de muy pocos habitantes que apenas se comunicaban entre sí. Llegó Mátyás y las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) y el panorama cambió por completo.

¡Que disfruten de la lectura!

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Fecha de publicación: septiembre de 1999
Entrevista a Mátyás Gáspár, impulsor de la Asociación de Telecentros de Hungría

Publicada en en.red.ando *


Autora: Karma Peiró

Al principio de los años 90, llegaron hasta Hungría noticias de las experiencias de telecentros en Suecia y Dinamarca. Un grupo de bibliotecarios húngaros creyó que extendiendo sus servicios podría crear algo similar. El objetivo era ofrecer a sus usuarios nuevas fuentes de información, medios de comunicación y herramientas que eran inaccesibles para la población. Sin embargo, el proyecto no dio resultado y, pocos meses después de iniciarlo, se clausuró. Luego apareció en escena Mátyás Gáspár, un consultor de administraciones locales, que con buenas dosis de paciencia y su experiencia profesional logró abrir el primer telecentro de Hungría en un pequeño pueblo de poco más de 1.000 habitantes. En poco tiempo crecieron, como setas, telecentros por pequeñas aldeas y pueblos minúsculos, hasta convertir la idea en un movimiento nacional que representaba las necesidades de los habitantes de cada lugar.

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P. ¿Cuándo y dónde apareció el primer telecentro en Hungría?
R. Empezó en 1992, en un pequeño pueblo de montaña llamado Csákberény, de 1.300 habitantes, a 70 km. de la capital, Budapest. Fue en colaboración con un Programa de Desarrollo Comunitario que consistía en reunir a la gente y pensar en el futuro del pueblo. En 1985, el primer telecentro se estableció en Suecia y Dinamarca y encontré información sobre su experiencia. Así es que me volví a reunir con el grupo de voluntarios dispuestos a trabajar, que previamente ya había aportado ideas para iniciar nuestro proyecto, y les expuse lo que otros ya habían hecho.

P. Después del fracaso de los bibliotecarios, qué fue lo que le motivó a intentarlo de nuevo, en una pequeña área, sin muchos medios.....
R. Durante aquella reunión con voluntarios quedó claramente expuesta la necesidad de contar con una oficina accesible a todos, donde pudiéramos obtener información, utilizar ordenadores, realizar llamadas de teléfono, enviar faxes - Internet no existía en nuestro país- dirigir los negocios, etc... Aquí es como empecé a entender por qué los esfuerzos de los bibliotecarios no habían dado resultados. Las comunidades locales donde lo habían intentado no entendieron el proyecto, en ningún momento se sintieron implicadas en la causa.

P. ¿Por qué fue usted el portavoz y moderador de este grupo de voluntarios?
R. Porque mi profesión original es la de consultor de gobiernos locales. Los telecentros son mi hobby. Cuando llegamos (mi familia y yo) a Csákberény queríamos hacer algo para que esta comunidad nos apreciara. En Hungría- quizás como en otras muchas partes- es difícil entrar en contacto con la gente de una comunidad cerrada. Queríamos formar parte de esta gente, así es que me ofrecí al alcalde para ayudarle en el avance de la comunidad. En Hungría, cada telecentro tiene su propia historia. Alguien llegó a un lugar .... y pensó que sería una buena idea abrir un centro así.

P. Y... ¿entonces?
R. Una cincuentena de profesionales (especialistas en ordenadores, sociólogos, periodistas, expertos en administración pública, bibliotecarios,...etc) decidimos ocupar alguno de los edificios abandonados que durante los últimos años tuvo que cerrar. En Hungría hay muchos de éstos porque pertenecían al gobierno, pero en algún momento ya no pudieron seguir manteniéndolos porque suponían un gran coste para la comunidad. Así es que encontramos uno de éstos en Csákberény y preguntamos si nos lo podían ceder. El gobierno local estuvo de acuerdo, y el Ministerio de Bienestar Social también nos apoyó. Fue un experimento de cómo una institución puede ayudar a una comunidad de esta forma. Finalmente, el 16 de junio de 1994 abrimos el telecentro.

P. Poco después crearon la Asociación de Telecentros Húngara
R. Sí, fue también en 1994. La intención era convertir la iniciativa de Csákberény en un movimiento nacional que animara a abrir más y más telecentros, representando los intereses y necesidades de la gente del lugar.

P. Sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho. Imagino que en un principio el telecentro de Csákberény no sería tan popular como para que el país entero se volcara en esta Asociación. Y una vez creada, ésta pasaría por momentos difíciles...
R. Fueron años complicados porque aunque teníamos mucha difusión en la prensa, apenas podíamos rentabilizar el proyecto. Nos dimos cuenta que a menos que tuviéramos más financiación externa, no podríamos continuar solos. Pero sabíamos que teníamos que continuar adelante. Así es que decidimos escribir un libro, “Déjanos construir un telecentro”, para popularizarlos. Apareció publicado en la primavera del 1997 y tuvo bastante éxito. Después de esto llegaron las ayudas institucionales, y un acuerdo con una de las principales empresas de telecomunicaciones en Hungría, MATÁV, de la cual obtendremos líneas de RDSI gratis durante medio año para los telecentros que utilizan servicios en red.

P. ¿Qué poder tiene esta asociación ahora?
R. Cerca de 200 personas a título particular, además de entidades legales, son miembros con capacidad de voto en las decisiones. El principal objetivo es asegurar las mejores condiciones para la red y expandir los servicios, conseguir que los telecentros sean sostenibles, garantizar un alto nivel de calidad, y preservar sus orígenes y carácter. Algunas multinacionales (como Microsoft, o SCo), operadores de telecomunicaciones, y proveedores de Internet (Elender, Mátáv), o publicaciones (como Chip Magazine) apoyan a la asociación con diferentes acuerdos. Por otro lado, contamos con la ayuda del gobierno central húngaro, y con las siguientes organizaciones: USAID (United States Agency for International Development), USDL (United States Department of Labor), DemNet (Democracy Network), Center for Civic and Municipal Innovation, British Council, British Know-how Fund, European Union Delegation, PHARE, Soros Foundation y Mikro Volán Elektronika.

Dejad que los niños se acerquen a la tecnología

P. Tuvieron que pasar dos años hasta que su proyecto se hizo realidad
R. Dos años nos llevó todo el proceso, sí. Y necesitamos ese tiempo porque al principio tuvimos problemas con la gente de la comunidad. No se fiaban de mi mujer ni de mí, que éramos los que más empeño teníamos en que todo saliera bien. Al principio, tampoco las instituciones locales como la escuela, o la biblioteca nos apoyaron, ni quisieron colaborar con nosotros en nada. Hicieron falta dos años para que entendieran que era mejor para ellos y para el pueblo que trabajáramos juntos, que usaran nuestros servicios y cooperaran. Por suerte, ahora las relaciones son buenas.

P. ¿Recuerda cuáles fueron los primeros usuarios del telecentro?
R. Sí, los niños. Abrimos las puertas y entraron, y todavía siguen viniendo para jugar y aprender a manejar los ordenadores. Después de las reticencias que habíamos tenido en la comunidad dio gusto verlos entrar. Detrás de ellos vinieron los padres. Sus hijos les enseñaban. Ahora, el siguiente grupo que más nos frecuenta son jóvenes- de diferentes escuelas- que vienen los fines de semana para hacer sus deberes. Un sector reducido de emprendedores que no tienen oficinas donde trabajar también vienen a enviar faxes, enviar e-mails, redactar cartas en el ordenador...etc. Y por último, gente mayor que acude para que les ayudemos a recibir subsidios de programas sociales.

P. Habléme un poco de la gente de Csákberény. ¿Cuál es su principal fuente de ingresos?.
R. Hay una ciudad a unos 20 km. de aquí, Székesfehérvár. Muchos de ellos trabajan allí en grandes compañías como IBM o Philips que tienen plantas de producción. El resto se dedican al campo. Pero el principal problema de esta comunidad es el desempleo. Así es que la razón primordial del telecentro es el desarrollo de la economía local: crear proyectos que creen puestos de trabajo, ayudar a la gente para que tenga subsidios, u organizarlos para que puedan vivir mejor. Debía haber una institución que se encargara de dar una mano a esta gente.

P. Antes ha comentado que era un edificio abandonado, ¿de dónde obtuvieron las primeras ayudas para adecuarlo y ponerlo en marcha?
R. Bueno, estamos hablando de una casa con cien años de antigüedad. Cuando nos la cedieron estaba completamente destrozada. Organizamos a la gente para restaurarla y el dinero lo obtuvimos del Ministerio de Bienestar Social. Ellos compraron ordenadores, y los primeros equipos de oficina. Actualmente, la financiación llega por tres vías: ingresos locales propios de la comunidad que se traduce en servicios de oficina, cursos de idiomas, de aprendizaje...; de concesiones por participar en diferentes programas y festivales; y de la administración local. Ahora estamos intentando obtener más dinero potenciando los negocios a través de la Red, mediante el teletrabajo.

P. ¿Qué se necesita para dirigir un telecentro?
R. En principio, yo estimaría una cantidad inicial de más de 3 millones de pesetas. Después se han de calcular los gastos anuales que pueden superar esta cifra en función de los servicios prestados. Lo mejor es contar con una ayuda externa durante los dos primeros años. Pero además de la parte financiera, es necesario tener un carácter especial. En ocasiones son líderes locales, o una ONG, o la propia administración local la que se hace cargo del telecentro. Se necesita habilidad para cooperar con más personas e instituciones, un práctico sentido de las estrategias a seguir, paciencia y una buena dosis de humildad positiva.

P. ¿Cuántos telecentros hay actualmente en Hungría?
R. Este verano hemos llegado a los 110.

P. Después de unos años de funcionamiento ¿cuáles son los principales cambios que usted ha observado en la población de estas comunidades?
R. Muchos. La gente joven, a partir de 5 años está familiarizada con los ordenadores. Esto, sin duda, será muy importante para sus futuros estudios y trabajo. Los que están en paro ahora tiene más oportunidades de conseguir nuevos puestos de trabajo, con mejores cualificaciones, porque manejan ordenadores. El hecho de tener cerca las empresas Philips e IBM es una ventaja. El gobierno local, las instituciones del lugar y las organizaciones cívicas utilizan el telecentro para conseguir fondos. Por otro lado, el telecentro se ha convertido en la mejor fuente de información local, con noticias, anuncios públicos y privados, como punto de encuentro o de reunión.... Y los pequeños empresarios utilizan el local como oficina. Quiero añadir que la cohesión de la comunidad, o lo que se llama, “capital social” (ayuda mutua, cooperación, espíritu comunitario...etc), también está creciendo gracias a todas estas actividades.

P. Pues no es poco lo que han conseguido en estos años. ¿Cuáles son los servicios de estos telecentros?
R. Los servicios van en función de las necesidades de la comunidad. Pero, en general, desde conexión a Internet (con posibilidad de correo electrónico, ftp, telnet, y videoconferencia), hasta el uso de una oficina (utilización de líneas de teléfono, envío de faxes, fotocopiadora, ordenadores, escáners...). Nuestras conexiones van por RDSI y módem. El telecentro es un lugar de reuniones, de aprendizaje, de información local, y actúa como biblioteca (tenemos libros y otros materiales para leer), o desde donde se tiene acceso a los medios de comunicación locales. Todo depende de las dimensiones del local, porque las sucursales cuentan con menos recursos.

P. ¿Sucursales de telecentros?
R. Son pequeñas oficinas, simples puntos de acceso que se establecen en pueblos todavía más pequeños de donde se localizan los telecentros.

P. ¿Qué utilidad tienen?
R. Estas pequeñas unidades tienen un par de ordenadores, líneas de teléfonos y se pueden conectar con el telecentro más próximo y electrónicamente pueden ofrecer los mismos servicios. Ha de entenderse que Hungría es un país con una gran cantidad de mini pueblos: cerca de 1.800 tienen menos de 1.300 habitantes; y unos 2.500 pueblos tienen menos de 3.000 personas. Estos lugares cuentan con servicios y negocios inferiores o más limitados que las grandes ciudades (me refiero en cuanto a educación, cultura, transporte, correo, servicios bancarios...). Las oportunidades de trabajo son muy limitadas.

P. Entre los telecentros y sus sucursales están tejiendo una buena red en Hungría ¿De qué dimensiones estamos hablando?
R. Como he comentado, este verano hemos sobrepasado el centenar de telecentros repartidos por toda Hungría. En un año, bajo condiciones ideales, esta cifra se puede doblar. Cada uno de estos centros son independientes y reciben ayudas del gobierno local (con espacios, personal, servicios públicos...etc); de entidades afiliadas a la administración como pueden ser bibliotecas, escuelas o centros comunitarios; y de acuerdos con empresas privadas. Estas estructuras son muy flexibles y se ajustan todas a las necesidades del lugar donde se encuentran.

Rentabilizar los telecentros

P. Usted ha dicho que, en ocasiones, son las ONG’s las que se hacen cargo de los telecentros, o instituciones públicas y que buscan recursos financieros de manos privadas. ¿Cómo funciona este matrimonio?
R. Los telecentros también son llamados “híbridos organizacionales”. Esto significa que actúan como un sistema- a veces algo sofisticado- de contratos entre el propietario del telecentro (público), el proveedor del servicio (privado) y la institución local. Esta cooperación y manera de hacer negocios a tres bandas es fructífera. No es fácil, pero si funciona, la organización híbrida puede utilizar lo mejor de las organizaciones que contribuyen a su mantenimiento, y el telecentro puede mostrar diferentes “caras” en función de lo que conviene en cada caso (servicio, cooperación..etc). Las compañías de telecomunicaciones quieren más clientes y tráfico, esto no está en contra de los negocios del telecentro. Ejemplo: tenemos un buen trato con uno de los mayores proveedores de Internet del país: Elender. Esta compañía ofrece a todos los telecentros conexión a Internet gratuita si, a cambio, se convierten en el proveedor local.

P. ¿Quiere decir que los habitantes de la zona únicamente se pueden conectar a ese proveedor porque tienen un trato con ustedes?
R. No, aquí no hay ninguna obligación. El trato únicamente significa que el telecentro propondrá y recomendará Elender como proveedor de Internet.

P. ¿Cree que el proyecto de Telecentros en Hungría es exportable a países con pocos recursos para evitar lo que ya se conoce como “División digital”?
R. Sí, estoy totalmente convencido de ello. De hecho, se está haciendo ya en Yugoslavia, Slovakia, y Rumania principalmente a través de minorías que hablan el húngaro en estos países.

P. En España, también hace unos años que funcionan varios telecentros pero no acaban de cuajar popularmente. Hasta que no se celebró, en Gordexola, el pasado mes de junio, el 1º encuentro de Promotores de Telecentros y Teletrabajo, estaban todos dispersos sin apenas contacto entre ellos. ¿Cómo se organizan ustedes?
R. Todos partimos de nuestra página principal llamada Fáma. La utilizamos para difundir información sobre cada uno de los centros y la red. Nuestro trabajo interno y externo se puede localizar a partir de esta web general. Un grupo de personas mantiene el resto de secciones de utilidad aportando materiales, bases de datos y enlaces revisados constantemente. Cada telecentro es independiente pero estamos muy en contacto los unos con los otros. Además estamos unidos por la Asociación.

P. Usted estuvo en este Primer encuentro de Gordexola. ¿Cual fue su impresión sobre la situación de los telecentros en España? ¿Cree que todavía les queda mucho camino por recorrer hasta conseguir esa cohesión social que mencionaba anteriormente?
R. España escogió un camino diferente --orientado más hacia los negocios-- al que tomó el movimiento de los telecentros en Hungría. Durante los primeros años (1994-99) nosotros basamos la construcción de la comunidad y solidaridad (ayuda social) cuando organizábamos los primeros centros y buscábamos los recursos (que proceden de ONG’s, y ayudas gubernamentales e internacionales). En su momento, pensamos que si conseguíamos una gran red de telecentros (que es lo que tenemos ahora), las empresas privadas y las instituciones de desarrollo de la economía nos verían como el mejor canal para llegar hasta los mercados locales y, entonces, podríamos cambiar nuestra orientación hacia los negocios. Es justo el proceso que estamos poniendo en marcha ahora. Pero no queremos perder nuestra comunidad y el compromiso de solidaridad (que es un valor), porque creemos que es todavía muy importante para cualquier desarrollo local (económico, social y cultural). Creo que cada uno puede aprender del otro. Si España considera mejor convertir el telecentro en un vehículo del desarrollo de la economía local, la experiencia de Hungría le podría ser útil: cómo cooperar con los gobiernos locales y centrales, e incluso aprender a mantener las organizaciones cívicas y reforzar el “capital social”.

P. Cuáles son sus planes para los próximos años ¿Continuar con su hobby y abrir más telecentros?
R. Sí. Nuestro sueño es cubrir Hungría de telecentros en 3 o 4 años, hasta llegar a la cifra de 600 a 800. Algunos otros objetivos son organizar más y más redes de servicios utilizando Internet, habilitar técnicamente estos lugares para que sean centros de negocios y conseguir que el coste de las comunicaciones sea el más bajo posible.

P. Varias veces ha comentado que toda esta historia es como un cuento de hadas. ¿Es usted el príncipe que fue a salvar a su pueblo de la pobreza y les enseñó cómo estar conectados con el exterior? ¿Cree que lo ha conseguido?
R. (risas) El cuento todavía no ha terminado. En nuestra historia --es típico de los húngaros contarse cuentos--, el hermano pequeño de una familia de tres hijos debe pasar tres barreras para ganarse a la princesa y la mitad del reinado. Yo soy este hermano pequeño, pero hasta ahora sólo he conseguido sobrepasar la primera barrera (quizás también la segunda), pero todavía queda un muro delante mío. Así que... Csákberény no es un pueblo pobre pero... puedo decir que su comunidad estará instalada en el futuro con la ayuda del telecentro antes de que nos unamos a la Comunidad Europea y que el pueblo será capaz de utilizar todas las ventajas de este cambio favorable.

P. Disculpe, pero aunque me apasionan los cuentos, no estoy muy acostumbrada a escuchar los húngaros. ¿De qué reinado estamos hablando?
R. Un reinado con serios problemas, con enemigos peligrosos, epidemias..etc. Alguien tiene que salvarlo de todo esto. El rey promete dar la mitad de su reino y la princesa en matrimonio a quien lo salve. Un pobre hombre tiene tres hijos que deciden luchar con el peligroso enemigo y traspasar las tres barreras: un dragón, fuego, y el hombre más fuerte del mundo. Cada uno de los hijos tiene diferentes talentos: el mayor, es muy fuerte; el mediano, muy rápido; y el pequeño muy inteligente.

P. La inteligencia por encima de todo...
R. Exacto. Los dos primeros fallan en su intento y mueren. Sólo, el más pequeño consigue sus propósitos.


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Perfil: Mátyás Gáspár, húngaro de 50 años, es de profesión ingeniero y economista, especializado en la organización y tecnología de la información. Buena parte de su vida se ha dedicado a ejercer de consultor de administraciones locales. Después de trabajar varios años en Washington y la URSS domina el ruso y el inglés a la perfección. Es fundador del primer telecentro en su país y, actualmente, el presidente honorario de la Asociación de Telecentros de Hungría. Autor de numerosos artículos en diferentes publicaciones húngaras sobre organización y desarrollo de los gobiernos locales, escribió también , en 1997, el libro: "Déjanos construir un telecentro".

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* en.red.ando fue una publicación electrónica pionera en Internet. El periodista científico Luis Angel Fernández Hermana la creó en 1996 y estuvo en activo hasta el verano del año 2004.
Durante los 8 años de vida, en.red.ando acumuló más de un millar de artículos de un centenar de colaboradores repartidos por todo el mundo, en especial de Latinoamérica. Por desgracia, ya no se encuentra nada de todo aquello en la Red.